Es lunes por la mañana y estamos en el Centro de Atención Integrada (CAI) del Hospital Universitario de Tegucigalpa, Honduras. Nos entrevistamos con el coordinador del centro, el Dr. Efrain Bú Figueros, un infectólogo hondureño que trabaja en temas relacionados con el VIH/Sida desde el año 1985 cuando comenzaron los primeros casos de la enfermedad en Honduras y nadie quería tratar a las personas que lo padecían.
Hoy la situación en Honduras ha cambiado mucho según el Dr. Bú; la mortalidad del 100% de los años 80 ha quedado atrás. El Fondo Mundial de Lucha contra el VIH/Sida, la Tuberculosis y la Malaria comenzó a ayudar al país en el año 2003 con la financiación de Tratamientos Antirretrovirales y poco a poco ha ido ampliando el cuadro de nuevas medicaciones.
El doctor nos cuenta que actualmente Honduras ha logrado avanzar para que el Estado se haga cargo de la financiación de los tratamientos con antirretrovirales. Nos explica que existen 44 Centros de Atención Integrada en todo el país que trabajan en el seguimiento de las personas que tienen VIH. Estos centros llevan el control de 900 pacientes con VIH, de los cuales 300 son niños. El sistema está implementado para que cada 35 días la persona se pueda acercar a su centro a recibir un control y su medicación. Además de los cuidados médicos, los centros cuentan con iniciativas de grupos de apoyo llevados por profesionales y personas afectadas por el VIH.
Al acabar la reunión las enfermeras del centro se paran a hablar con nosotros, algunas de ellas nos quiere transmitir lo agradecidas que están con la contribución que hace el Fondo Mundial no sólo al centro en sí, si no que cómo ha beneficiado a tantas personas concretas. Una enfermera se me acerca y que dice que quiere presentarme a Kimberly para que pueda conocer de primera mano lo que ha significado el Fondo Mundial para algunas personas. Ahora comparto la experiencia con vosotros:
Kimberly es una adolescente de 19 años que estuvo dispuesta a compartir su experiencia de vida conmigo. Lo primero que me comenta es que ella nació con VIH, que es parte de su vida y de quién es. Su infección fue vertical, es decir transmitido de madre a hija. En el año 1993, cuando ella nació, aún no habían mecanismos de prevención en Honduras. Su madre, por no haber tenido acceso a medicamentos falleció dos años después, como la gran mayoría de personas con VIH/Sida a principios de los años 90. Su padre no podía seguir viviendo conociendo su destino y a los pocos años termina por quitarse la vida.
Kimberly pasó su infancia en un hogar de la Fundación Nuestros Pequeños Hermanos. A los cinco años ya comienza a recibir tratamiento con antirretrovirales. En esa época los medicamentos aún eran los de primera línea y al no existir medicamentos especialmente diseñados para niños sufría muchos efectos secundarios. Me cuenta que recuerda enfermarse con más facilidad, que tenía herpes constantemente y que sufría bastante del pecho – le daban ataques de asma. Recuerda que a los siete años ella ya era consciente de que tenía una enfermedad – aunque su cuidadora en el hogar le decía que no podía contárselo a nadie – que era un secreto. Hasta el día de hoy Kimberly es reservada sobre su situación y no suele contar que es portadora del VIH.
A pesar de su relato cercano y triste Kimberly cuenta su experiencia con especial calma. Ante la pregunta de su vida hoy en día me contesta con una gran sonrisa que ella no podría estar más agradecida y feliz con la vida que le ha tocado llevar. Me cuenta que está actualmente estudiando un módulo en salud y que está embarazada de su primer hijo – que nacerá libre del VIH ya que está controlándose para que así sea. Tiene una pareja que la apoya incondicionalmente y con quién quiere formar la familia que ella nunca tuvo.
Al estar acabando le agradezco su sinceridad y sus ganas de compartir su experiencia conmigo, me contesta que para ella es importante tener esta oportunidad, ya que a veces piensa que tiene que existir un motivo por el cual ella nació con VIH, que quizás ella puede ser una mensajera para otras personas que lo padecen y que no son capaces de seguir viendo la vida de manera positiva – ella les quiere decir que la vida puede ser bonita aunque tengan VIH y siempre insta a las personas que tomen sus medicamentos, que sean constantes y que vivan su vida sanamente. A las personas que no tienen VIH Kimberly también me dice que quiere transmitirles un mensaje, les quiere decir que a pesar de que el VIH puede matar, actualmente si tienes acceso a los medicamentos puedes llevar una vida normal – tal y como lo hace ella – lo importante es dejar atrás las barreras de la discriminación aún existente ante esta enfermedad.
El Fondo Mundial ha concedido más de 67 millones de dólares a Honduras desde el año 2003 para la lucha contra el VIH/Sida y gracias a ello se han podido financiar programas para el VIH/Sida, Tuberculosis y Malaria. Además ayuda a financiar a las más de 8.000 personas que están recibiendo tratamiento con antirretrovirales.
En el año 2008 España llegó a ser el cuarto donante del Fondo Mundial, con un compromiso de 200 millones de dólares anuales entre 2008 y 2010. En el año 2010 únicamente se desembolsó la mitad del dinero comprometido y en el año 2011 se congeló su contribución. El año pasado España anunció su compromiso de retornar como donante al Fondo y de aportar 10 millones de Euros, aunque a la fecha este pago aún no se ha hecho efectivo.
Trinidad García