Vanessa López, directora de Salud por Derecho
A día de hoy, 11 de noviembre, a nueve días de las elecciones generales y a escasas semanas para que finalice 2011, el Gobierno español continúa sin aprobar la contribución de este año para el Fondo Mundial de lucha contra el SIDA, la malaria y la tuberculosis. Además, no se espera que el Ejecutivo vaya a darse prisa en aprobar en Consejo de Ministros una contribución antes de irse. Por primera vez, la casilla de España estará a cero. Éramos el cuarto donante y este año nada. El corte ha sido tan abrupto y tan falto de argumentos que incluso los menos entusiastas del Fondo Mundial están perplejos.
En el actual contexto económico cabría pensar que la causa es la crisis, pero no. Dinero para Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) ha habido. Menos, pero ha habido. Los recortes en la AOD habrían podido motivar que no estuviéramos en los niveles anteriores de 200 millones de dólares al año, pero no justifica cero euros y ni tan siquiera una cantidad de consolación, de haberse producido. Además, en las últimas semanas, el Gobierno ha aprobado aportaciones a varios organismos internacionales relacionados con la salud o el desarrollo, pero ni rastro del Fondo Mundial.
El que estemos hablando de lo que debería haber sido la contribución de España para 2011 es una situación casi desesperada, puesto que el Gobierno debería haber anunciado su compromiso económico para tres años (2011-2013) en octubre del año pasado, durante la Conferencia de Donantes que tuvo lugar en Nueva York. El representante español allí presente explicó al resto de países donantes que el Gobierno aún estaba en disposición de decidir la cantidad, pero que podían seguir contando con España. El 1 de diciembre del pasado año, Día Mundial del Sida, no había aún respuesta del Ejecutivo; una situación que se sumaba a los drásticos recortes acometidos en la AOD para salud y que Salud por Derecho, desde Tenemos SIDA, pedía que fuese corregida.
El 9 de febrero el Gobierno español anunciaba que congelaba sus aportaciones, aquellas que no había comprometido, por los casos de fraudes en cinco países receptores del Fondo Mundial. Hechos que el propio organismo había identificado a través de su inspector general y que había hecho públicos a través de su Web. Nuestro posicionamiento, también a través de Tenemos SIDA, fue condenar estas malas prácticas y pedir al Gobierno que no se excusara en una situación que ya conocía de antemano por ser miembro de la Junta Directiva y que se implicara de forma real en la búsqueda de soluciones para que casos como esos no se repitieran en el futuro.
Oportunidades que España ha dejado pasar
Las oportunidades para que España se redimiera e hiciera pública su contribución y honrara sus compromisos como país, además bajo una política arropada por los principales donantes, se han sucedido a lo largo de este año. En marzo la Agencia de Cooperación del Reino Unido, DIFID, publicó un informe de evaluación, independiente de todos los organismos internacionales que reciben apoyo económico gubernamental, en el que el Fondo Mundial recibía una de las mejores valoraciones por su eficacia y orientación a resultados, entre otros aspectos. En mayo, la Agencia de Cooperación australiana, AusAID, hacía público un segundo informe en la misma línea. Ni Salud por Derecho ni estos organismos afirman que el Fondo Mundial sea perfecto, pero sí que su eficacia o su enfoque en poblaciones vulnerables que otros no atienden lo convierten en una “buena inversión” para salvar vidas y mejorar la salud de las personas.
Este año se han cumplido, además, tres décadas desde el inicio de la pandemia de VIH/Sida. Un aniversario que coincidió con la Sesión Especial de Naciones Unidas para el Sida. En ella, todos los países miembros asumieron nuevos objetivos para los próximos años, entre ellos, lograr que 15 millones de personas reciban tratamiento. España se sumó al renovado compromiso de la comunidad internacional para avanzar, incluso más rápido que en la década anterior, en la lucha contra el Sida. Habría sido también un momento oportuno para acompañar de credibilidad dicho compromiso con el anuncio de la aportación financiera para el Fondo Mundial que, dicho sea de paso, representa casi la totalidad de la cooperación española en VIH/Sida.
Desde que se hicieron públicos los casos de fraude en esos países receptores, por decisión de la Junta Directiva del Fondo Mundial un Grupo de Alto Nivel ha estado trabajando en un informe de recomendaciones para identificar los cambios que refuercen los sistemas de control con el fin de transformarse en un organismo más orientado a las sostenibilidad que a la emergencia. La publicación de este informe en septiembre motivó que países como Suecia, Alemania o Bélgica se hayan mostrado satisfechos con los pasos que está dando el Fondo Mundial y hayan decidido descongelar sus contribuciones: Alemania ya ha desembolsado la mitad, Suecia incluso la ha aumentado y Bélgica ha comprometido la misma cantidad que en 2010.
Pero en vísperas del Día Mundial del Sida no podemos referirnos sólo al Fondo Mundial. Sin duda, es el caso más llamativo, pero la lucha global contra el Sida ha sufrido también recortes desproporcionados -entre un 70 y un 80 por ciento- en su vertiente de investigación en vacunas y microbicidas para los subtipos de VIH prevalentes en los países más afectados; inversiones que han sido canalizadas a través de organizaciones internacionales como International AIDS Vaccine Initiative (IAVI) e International Partnership for Microbicides (IPM).
Esperamos que este relato sirva para que el próximo ejecutivo, gobierne quien gobierne, reconduzca esta situación caracterizada por una actitud errática e irresponsable que, no solo ha dado la espalda a 200.000 personas en los países más afectados por el VIH/Sida, la tuberculosis y la malaria que dependen de la aportación anual de España, sino que también ha dañado la imagen exterior de nuestro país como donante. Esperamos que ésta sea de las primeras tareas pendientes que resuelva el nuevo gobierno sea del signo que sea.