La tuberculosis sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más mortales del mundo. Aunque es prevenible y curable, cada año causa más de 1,2 millones de muertes. En Europa, donde podría pensarse que ya es una enfermedad del pasado, la realidad es muy distinta. En 2023 se notificaron casi 39.000 casos en los países de la Unión Europea y del Espacio Económico Europeo, y lo más preocupante es el aumento de las formas resistentes a los medicamentos. Estas variantes son más difíciles y caras de tratar, y en algunos países las tasas de curación no superan el 40%, lejos del 90% recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
En España, en 2024 se identificaron un 10% más de casos de tuberculosis que el año anterior, continuando con la tendencia al alza que comenzó en 2021. Aunque ha habido avances desde 2015, el país sigue lejos de alcanzar los objetivos internacionales de la Estrategia Fin de la Tuberculosis, que busca reducir la incidencia en un 50% para 2025 y en un 80% para 2030.
En este contexto, esta semana nos hemos reunido en Bruselas junto a representantes de la Comisión y el Parlamento Europeo, Médicos Sin Fronteras (MSF) y diversas organizaciones de la sociedad civil para analizar la situación y debatir las conclusiones del informe Bridging the Gap: Securing access to essential TB medicines in the EU and EEA. El documento, elaborado por MSF, muestra con datos y ejemplos concretos que Europa está fallando en garantizar el acceso equitativo a los medicamentos esenciales contra la tuberculosis.
Los tratamientos existen, pero muchas veces no llegan a quienes los necesitan. En Europa todavía faltan medicamentos esenciales para tratar la enfermedad. Los que están disponibles tienen precios inasumibles y su distribución depende de sistemas fragmentados que provocan retrasos y desigualdades. En algunos casos, un tratamiento de seis meses para tuberculosis resistente puede costar más de 45.000 euros por persona, unos precios que impiden que los sistemas sanitarios europeos mantengan reservas suficientes y garanticen la continuidad de los tratamientos.
Según nuestra investigación, en España el precio público de este tratamiento de seis meses recomendado por la OMS -conocido como BPaLM (bedaquilina, pretomanid, linezolid y moxifloxacino)- alcanza los 58.000 euros. En cambio, los países de ingresos medios y bajos pueden acceder al mismo esquema por menos de 250 euros. Esta diferencia desproporcionada es una barrera inaceptable para un tratamiento que ha demostrado ser más eficaz y reducir significativamente la duración de la terapia frente a los regímenes tradicionales para la tuberculosis resistente.
«Estamos presenciando una crisis de salud pública que está lejos de pertenecer al pasado. Las barreras para acceder a los medicamentos esenciales contra la tuberculosis son viejas: monopolios, precios abusivos, falta de transparencia y escasas salvaguardas públicas en la política farmacéutica», recordaba nuestro compañero Jaime Manzano.
También abordamos cómo, pese a la inversión pública en investigación y desarrollo, los beneficios de esos avances no se reflejan en un mayor acceso. Medicamentos como la bedaquilina o el pretomanid, desarrollados con fondos públicos, siguen protegidos por patentes o comercializados a precios inaccesibles. Además, las normas regulatorias europeas no están adaptadas a la realidad de enfermedades como la tuberculosis, que requieren flexibilidad, cooperación y un enfoque centrado en la salud pública antes que en los intereses del mercado.
Vimos, sin embargo, ejemplos que muestran que es posible avanzar. Polonia, que afrontó un aumento de casos tras la llegada de personas refugiadas de Ucrania, ha dado pasos importantes para actualizar sus políticas y facilitar tratamientos ambulatorios más seguros y eficaces. Esto demuestra que, con voluntad política y colaboración internacional, se pueden salvar vidas y mejorar los sistemas de atención.

Fotos: Shailly Gupta, MSF Access
España también ha mostrado avances al hacer uso en 2023 del Global Drug Facility (GDF) para adquirir formulaciones pediátricas. Este mecanismo global de compra conjunta que permite acceder a precios mucho más bajos y ha supuesto un hito en la mejora del acceso a medicamentos y diagnósticos para la tuberculosis. Aunque está disponible para todos los Estados, el GDF es utilizado principalmente por países de ingresos bajos y medios. Este mecanismo no solo ha permitido reducir los precios de medicamentos que siguen siendo inasequibles en la UE, sino que también ha contribuido a prevenir desabastecimientos al consolidar la demanda de múltiples países. En España, como en otros países europeos, los desabastecimientos de medicamentos esenciales para la tuberculosis son un problema recurrente que afecta a cientos de pacientes.
«Aunque existen desde hace años medicamentos eficaces para tratar y prevenir la tuberculosis, resulta inconcebible que las personas con esta enfermedad en la altamente desarrollada región de la UE y el EEE sigan enfrentándose a tratamientos retrasados, interrumpidos o inadecuados porque los medicamentos esenciales tienen precios exorbitantes, están atrapados en sistemas de suministro fragmentados o simplemente no están registrados en los países», señaló Joanna Ładomirska, coordinadora médica de MSF en Polonia.
Europa tiene la oportunidad y la responsabilidad de cambiar este panorama. La revisión de la legislación farmacéutica europea y el nuevo Critical Medicines Act pueden ser herramientas útiles si se orientan realmente al bien común. Pero para ello es necesario reforzar la cooperación entre los Estados, aplicar políticas de transparencia en los precios y usar los mecanismos regulatorios disponibles para garantizar que los medicamentos lleguen a quienes los necesitan.
«Abordar el resurgimiento de la tuberculosis en Europa solo será posible con voluntad política«, afirmó el doctor Marc Biot, coordinador regional de acceso de MSF. «Ha llegado el momento de que Europa reactive su lucha contra esta enfermedad prevenible, pero mortal y garantice el acceso a los tratamientos más avanzados y eficaces para todas las personas que los necesiten».
La tuberculosis no ha desaparecido y sigue afectando a miles de personas en Europa. Corregir las desigualdades en el acceso y priorizar la salud pública sobre los intereses comerciales es una tarea pendiente que no puede seguir posponiéndose.




