En Salud por Derecho celebramos el acuerdo provisional alcanzado por la Comisión, el Parlamento y el Consejo europeos sobre la nueva directiva europea de calidad del aire (AAQD) como un paso importante para proteger la salud de quienes vivimos en Europa. Reconocemos el esfuerzo conjunto de las tres instituciones para llegar a este acuerdo de enorme relevancia y esperamos que ratifiquen la norma antes de las próximas elecciones europeas de junio de 2024.
A partir de la información que conocemos sobre este acuerdo, queremos valorar positivamente que la nueva AAQD incluya una actualización de los límites que miden la contaminación del aire y que se refuercen los sistemas de monitoreo y seguimiento de estos. Sin embargo, nos preocupa que los límites no estén completamente alineados con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como hemos defendido durante todo el proceso, es importante que la norma incluya la evidencia científica más actualizada y que sea más ambiciosa en la protección de la salud pública.
Asimismo, es una buena noticia que la directiva recoja una revisión de los indicadores de contaminación cada cinco años a partir de 2030. Por otra parte, es muy positivo que se incluya el acceso a la justicia de grupos vulnerables cuando el incumplimiento de esta norma tenga un impacto negativo en su salud, así como mejorar el acceso a la información.
Sin embargo, nos preocupa especialmente la inclusión de exenciones en la directiva y la ampliación de las fechas límite para el cumplimiento de los límites de contaminación que puede llegar a retrasarse hasta 2040 en algunos casos. Estas medidas pueden comprometer la efectividad de la directiva en la protección de la salud. No podemos olvidar que el 97% de la población que vive en las ciudades europeas respira aire contaminado, y que esa contaminación atmosférica es la culpable de cientos de miles de muertes prematuras y cientos de miles de millones de euros en costes sanitarios cada año.
En resumen, instamos a que la aprobación definitiva de la nueva directiva europea de calidad del aire sea cuanto antes, que tenga como referencia la evidencia científica más actualizada y que priorice la salud y el bienestar de todas las personas que vivimos en Europa.