El pasado día 12 de mayo tuvo lugar en Madrid una sesión del Fresque de Unitaid, una iniciativa con el objetivo de explorar el Mapa de Acceso y entender las barreras que dificultan el acceso a tecnologías sanitarias en todo el mundo, especialmente en países de ingresos bajos y medios.
El evento, organizado por Salud por Derecho junto a la Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo (AECID) y el propio Unitaid, contó con la presencia de representantes de los Ministerios de Sanidad, Exteriores, Ciencia y Economía, organismos de investigación como el Instituto de Salud Carlos III, o el CSIC, y fundaciones públicas como la Fundación FCSAI.
Inspirado en el Climate Fresk y desarrollado en colaboración con el Global Health Centre (Geneva Graduate Institute), el Fresque de Unitaid desarrolla dinámicas grupales y colaborativas para:
- Incrementar el conocimiento sobre cómo funciona el sistema de salud global.
- Reconocer su escala, complejidad y los actores clave que lo componen.
- Explorar la relación entre innovación y acceso.
- Entender cómo las normas internacionales y políticas regulan su funcionamiento.
- Identificar los obstáculos que impiden el acceso y cómo intervenir sobre ellos.
Una iniciativa necesaria
La diversidad fue una de las claves para una discusión enriquecedora. En su bienvenida, Blanca Yañez Minondo, jefa de cooperación multilateral y unión europea de la AECID,subrayó la importancia de generar espacios así para fomentar sinergias, compartir conocimientos y fortalecer una cooperación internacional más efectiva que nos acerque a una cobertura sanitaria universal, especialmente en contextos complejos como el actual.
Carmen Pérez Casas, responsable de estrategia en Unitaid en el área de diagnósticos y medicamentos para el VIH, explicó el origen y la necesidad de esta iniciativa, ya que la complejidad del sistema de salud global y de los mecanismos de acceso dificulta muchas veces su comprensión. De ahí la apuesta por una metodología participativa que permite visualizar e interiorizar de forma colectiva esta arquitectura global.
Unitaid y la innovación para el acceso
Carmen presentó el trabajo de Unitaid, organización creada en 2006 por los gobiernos de Francia y Brasil para aumentar la efectividad de la respuesta sanitaria. España y y otros países se unieron en 2007, y hoy, junto a comunidades, la Unión Africana y actores privados, forman parte de su Junta Ejecutiva con sede en Ginebra.
“Financiamos proyectos que consigan que las respuestas de los demás actores (incluyendo a países) sean más eficaces, acelerando la introducción y el acceso a productos de salud innovadores para diagnóstico, prevención o tratamiento, garantizando que su disponibilidad sea asequible y sostenible en el tiempo y fomentando alianzas para que la innovación se ocupe también de las comunidades que viven con las enfermedades”.
Desde su creación, Unitaid ha participado en la optimización e incorporación al mercado con mejor acceso de más de 100 productos sanitarios, incluyendo vacunas contra la malaria, tratamientos pediátricos para el VIH y terapias preventivas para la tuberculosis. Además de estas tres enfermedades, ha extendido su trabajo a la salud materno-infantil en general y, desde la Covid, ofrece también respuesta a emergencias sanitarias. “También hacemos cosas a nivel transversal: propiedad intelectual, producción regional, calidad de medicamentos, descentralización de la producción o fortalecimiento de los sistemas de salud y adaptación al cambio climático… Es decir, temas que afectan a todas las enfermedades”.
Una arquitectura global… sin arquitecto
En su exposición, Carmen comentó cómo son muchos los actores trabajan tanto en el desarrollo de medicamentos o diagnósticos nuevos, como en el trabajo que hay que hacer antes de la comercialización y autorización comercial, así como en el trabajo para que los productos lleguen a todas las personas que los necesitan. Estos pasos requieren una estrategia que aúne el trabajo de todos para que desde las fases tempranas de desarrollo se tengan en cuenta a los países en desarrollo, que los productos sean accesibles y asequibles y que se puedan llevar a gran escala.
La salud global, o la mal denominada arquitectura global -según Carmen no hay ningún arquitecto, sino que surge de la improvisación- es de un tamaño colosal, con 1.5 billones de dólares de mercado farmacéutico al año. Sin embargo, el 65% del mercado farmacéutico mundial se concentra en 10 países de ingresos altos, con un 25% para otros 22 países “emergentes”, mientras que solo el 10% llega a países más pobres que, de este modo, tienen muy poca influencia en la agenda farmacéutica.
Algo similar ocurre con la inversión en I+D, aunque es difícil hablar con certeza de cuánto se invierte. “Hablamos de unos 240 mil millones al año, y el 60% viene del sector privado, el 30% del sector público y el 10% de la filantropía, aunque hay señales de cambio en algunos países de ingresos medios, actores cada vez más relevantes en este sector”.
Carmen concluyó su intervención repasando la evolución del acceso a los medicamentos desde los años 90, destacando cómo la creciente conciencia sobre la relación entre salud, desarrollo y economía impulsó una mayor inversión global y la atención a enfermedades desatendidas. Este periodo también marcó el inicio de debates sobre propiedad intelectual y acceso a medicamentos.
El cambio de siglo trajo unos Objetivos de Desarrollo del Milenio muy centrados en la salud y un dominio del multilateralismo, con la creación de organizaciones como el Fondo Mundial o Unitaid, y un auge de las alianzas público-privadas. En este momento, Naciones Unidas reconoce por primera vez el acceso a medicamentos como un derecho humano. A partir de 2015, recordaba Carmen, entramos en la era de los ODS y se establecen objetivos de eliminar sida, malaria y tuberculosis en 2030, incluyendo además muchas otras enfermedades y apostando por la Cobertura Sanitaria Universal.
La irrupción de la COVID-19 cambió de nuevo el debate, remarcando la necesidad de un acceso equitativo, y marcó un punto de inflexión con la creación de iniciativas como el ACT-A y el debate en torno al actual tratado de pandemias que negocia en estas fechas la OMS.
Dinámicas participativas y estudio de casos
Adrián Alonso, de Salud por Derecho, presentó la dinámica del Fresque, que fue seguida por dos sesiones grupales muy participativas. En ellas los asistentes elaboraron un mapeo de la cadena de valor del medicamento, desde la investigación básica, al uso del medicamento por los pacientes, algunas de las normas que definen este sistema, y sus actores clave .
Entre ellas, Carmen pudo hacer un repaso histórico de la lucha por el acceso a los tratamientos para el VIH, destacando cómo 31 millones de personas reciben hoy tratamiento antirretroviral gracias a décadas de lucha colectiva.
Además, analizó obstáculos y abordó casos concretos, como el del dolutegravir, un medicamento para el VIH cuyo precio cayó drásticamente gracias a licencias y producción genérica, o el lenacapavir, un nuevo medicamento preventivo contra el VIH que con solo dos inyecciones al año puede proteger de la infección con una eficacia del 100%. A pesar de su enorme potencial, el altísimo precio impuesto por la farmacéutica Gilead — unos 42.000 dólares anuales— lo hace inaccesible para la mayoría de los países, pese a que diversos estudios afirman que puede fabricarse por menos de 40 euros. Aunque Gilead ha firmado licencias voluntarias, estas son muy limitadas y dejan fuera a gran parte de países de regiones de América Latina o Asia. Desde Salud por Derecho, hace unos meses, presentamos este estudio sobre este fármaco y sus acuerdos de licencia.
La jornada finalizó con las palabras de Vanessa López, quien puso de nuevo en valor la importancia de este tipo de espacios colaborativos para avanzar hacia un sistema de salud global más justo, solidario y accesible.