Las noticias en relación al Impuesto sobre Transacciones Financieras (ITF) de hace un par de semanas han sido muy distintas a las que últimamente leemos sobre esta temática en los medios. Las grandes cantidades de dinero que gasta el lobby financiero para diseminar las supuestas consecuencias negativas del ITF no han sido suficientes para convencer el Parlamento Europeo. El pasado miércoles, la Eurodiputada griega, Anni Podimata, logró un amplio respaldo a su informe sobre esta cuestión, con 522 votos a favor, 141 en contra y 42 abstenciones – reflejando claramente que los once Estados de la UE que quieren introducir este impuesto no están dispuestos a paralizar la iniciativa por las presiones del sector financiero.
Los once países* que han empleado el Procedimiento de Cooperación Reforzada (PCR) para poner en práctica un ITF entienden que el impuesto tendrá grandes beneficios. Por un lado, ayudará a frenar la especulación más dañina que el sector financiero crea y las consecuencias que este genera y, por otro lado, recaudaría unos 34 mil millones de Euros.
A pesar de estas buenas noticias, aún es pronto para cantar victoria. El punto de mira vuelve a estar sobre los once países europeos, ya que en sus manos se encuentra la decisión última del diseño del impuesto y el destino de su recaudación. El escenario que queremos desde la sociedad civil es que la propuesta final se asemeje lo más posible a la presentada originalmente por la Comisión Europea y recogida en el Informe de Podimata: aplicar un escaso 0,1% sobre la compraventa de acciones y bonos y un 0,01% sobre productos derivados.
En cuanto al destino de los fondos aún queda mucho por discutir, pero no hay tiempo que perder porque en teoría el ITF empezaría aplicarse en enero de 2014. La expectativa de las organizaciones de la sociedad civil que estamos trabajando en este tema es que lo recaudado se emplee para paliar los principales retos que aún tenemos pendientes hoy en día, como la desigualdad, la pobreza, el cambio climático o la lucha contra el VIH/Sida; tanto en Europa como en los países empobrecidos. Una de las propuestas que están encima de la mesa en España es destinar el 5% de la recaudación a salud, especialmente a la lucha contra el sida, la malaria y a la tuberculosis. Este porcentaje supondría unos 250 millones de Euros al año que España podría aportar directamente para salvar millones de vidas en el mundo y, simultáneamente, cumplir con algunas de sus promesas adquiridas en relación a la salud global.
Vanessa López – Directora Ejecutiva
*España, Portugal, Francia, Italia, Eslovenia, Bélgica, Alemania, Austria, Eslovaquia, Grecia y Estonia.
Este artículo fue originalmente publicado en la página de ISGlobal