El plenario de ayer en la Conferencia Internacional sobre el SIDA se centró principalmente en la dinámica que tiene el VIH/Sida en distintos contextos, y especialmente sobre las minorías a las que afecta la enfermedad.
El primer panelista fue el médico de Uganda, Paul Semugoma, quien se dirigió a los espectadores para explicar la situación de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y su situación con el VIH/Sida. Su principal preocupación estuvo encaminada hacia la falta de capacidades para atender las necesidades específicas de este sector de la sociedad, como también la estigmatización y persecución que aún padecen en algunas partes del mundo.
A continuación la experta australiana en VIH/Sida y trabajadoras sexuales, Cheryl Overs, expuso sobre la necesidad de incluir de forma activa a las personas que trabajan en el ámbito, no sólo mujeres, ya que el tema es especialmente sensible en el sector. Una de las preocupaciones que compartió fue el hecho de que la creación de un medicamento que prevenga la transmisión del VIH no se traduzca en la falta del uso del preservativo en el sector, ya que el VIH no es el único riesgo que existe al mantener relaciones sexuales.
La tercera panelista fue Debbie McMillan que, además de contar su conmovedora historia de vida, hizo un llamamiento a tener en cuenta a las personas que son adictas a las drogas y que por lo tanto también son un grupo más vulnerable. También aprovechó para hacer dos críticas: la primera sobre la falta de autorización que tuvieron algunas personas por ser adictas a las drogas a poder acceder al país para participar en la conferencia y la segunda en relación a la política existente en algunos países que va en contra del intercambio de jeringuillas utilizadas por unas nuevas. Una política que ha demostrado clara efectividad para reducir el número de personas con VIH/Sida que utilicen de forma habitual drogas intravenosas.