El 29 de noviembre se celebró una reunión abierta titulada La directiva de calidad del aire ambiente (AAQD) de la UE: una necesidad de salud pública que tuvo lugar online y que ahora se encuentra en negociaciones entre el Parlamento Europeo, los Estados miembros y la Comisión Europea, bajo la Presidencia Española de la UE. La actualización de las normas de aire limpio es una gran oportunidad para salvar la vida de miles de personas que viven en la UE y contribuir a alcanzar los objetivos climáticos europeos. Esta reunión ha sido coorganizada por Salud por Derecho, Health and Environment Alliance, Ecologistas en Acción, European Environmental Bureau e ISGlobal.
La reunión contó una presentación sobre las implicaciones de la directiva por parte de Xavier Querol, profesor de investigación del CSIC. Después le siguió Eva Pérez, jefa de sección de departamento de territorio y sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña; Juan García Vicente, experto en calidad del aire y activista de Ecologistas en Acción y Anne Stauffer, directora adjunta de HEAL; Carolyn Daher, coordinadora de la iniciativa de planificación urbana, medio ambiente y salud en IS Global y Jana Hrckova, responsable de políticas de aire limpio del EEB. La reunión contó también con la participación de Tomás Cobo, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC) y fue moderado por Irene Bernal, responsable de investigación e incidencia en la Fundación Salud por Derecho.
Los principales puntos planteados por los panelistas y la sociedad civil destacaron la importancia de la revisión legislativa de la AAQD y del momento, ya que se encuentra en negociación entre el Parlamento, la Comisión y el Consejo Europeo y, además, será discutida por los ministros de Medio Ambiente el próximo 18 de diciembre.
La aprobación de una directiva ambiciosa es una de las oportunidades más importantes en la UE para promover la salud y el bienestar a través de un aire mejor y más limpio. La Presidencia Española del Consejo tiene una oportunidad histórica para evitar la muerte prematura de miles de personas, así como la carga sanitaria de las enfermedades crónicas, como las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares, el cáncer y el asma, entre otras.
La plena armonización de las normas de calidad del aire de la UE con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2021 es urgente y su implementación por parte de los estados miembros no puede ir más allá de 2030. Apoyar valores límite jurídicamente vinculantes basados en las evidencias científicas más actuales también reconocerá y abordará las desigualdades en materia de salud, dado que las personas con un estatus socioeconómico más bajo se enfrentan a una mayor carga por la contaminación atmosférica.
Es fundamental evitar exenciones que puedan poner en peligro o ralentizar la aplicación de la nueva directiva. La posición negociadora de los Estados miembros en el Consejo de noviembre es muy preocupante en este sentido, ya que proponen la posibilidad de un retraso de diez años en el cumplimiento de las nuevas normas (de 2030 a 2040) para aquellos Estados miembros con un PIB inferior a la media de la UE, lo que supondría 16 Estados miembros, incluida España. Tal exención reforzaría las desigualdades y socavaría el objetivo de la directiva. También nos preocupa que los Estados miembros no incluyan una fecha para la plena adaptación a las recomendaciones de la OMS.
Es crucial que la directiva incorpore una definición exhaustiva de los grupos vulnerables y susceptibles de acuerdo con los términos de la OMS ya que los factores de vulnerabilidad a los impactos de la contaminación atmosférica sobre la salud son diversos y pueden ser acumulativos. También se necesita urgentemente un análisis del coste de la inacción, en el que se incluyan todos los costes sanitarios de la contaminación atmosférica, y que debería contrastarse con los datos económicos actuales que se presentan sobre los costes del cumplimiento. Como ha concluido la evaluación de impacto de la Comisión Europea, los beneficios de las normas actualizadas sobre aire limpio superan con creces los costes, incluso en el caso de una alineación total con la OMS para 2030.
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