Hoy, 16 organizaciones ecologistas, sociales y de defensa de la salud pedimos a Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, y Mónica García, ministra de Sanidad, que España defienda en las negociaciones internacionales sobre la nueva directiva de calidad del aire que su fecha límite de implantación sea en 2030, como propuso la Comisión Europea, y no 2035, como defiende el Consejo Europeo.
——-
Queridas Ministras:
A mediados de febrero finalizarán los debates entre las tres instituciones —Parlamento, Comisión Europea y Consejo— sobre la propuesta revisada de la Directiva de Calidad del Aire Ambiente (en adelante AAQD, por sus siglas en inglés). El texto actual, en negociación, se aleja de la posición del Parlamento Europeo, más restrictiva con los tiempos respecto al cumplimiento de los estándares recomendados por la OMS y tan necesaria para mejorar la calidad de vida de miles de personas en Europa. Nos preocupa enormemente que el enfoque del Consejo, adoptado en noviembre de 2023, genere más retrasos en la aplicación de este nuevo marco, produzca innecesariamente mayores cargas sanitarias y refuerce las desigualdades en salud, perjudicando a millones de personas.
La propuesta de exenciones para aplicar los nuevos valores límite va a reforzar las desigualdades en Europa y su aplazamiento no subsanará la urgencia de proteger la salud. Por ello, la propuesta de retrasar diez años su cumplimiento, —pasando de 2030, como proponía el Parlamento, a 2040, como propone el Consejo para aquellos Estados miembros con un PIB inferior a la media de la UE— supone que, a efectos prácticos, 16 países, incluida España, pondrán extender su plazo de aplicación. Tal exención reforzaría las desigualdades y socavaría el objetivo de la Directiva. También nos preocupa que los Estados miembros no incluyan una fecha para la plena adaptación a las recomendaciones de la OMS. En todo caso, los mayores niveles de contaminación atmosférica en algunos países no pueden ser motivo para un retraso de 10 años, sino todo lo contrario, se deberían realizar mayores inversiones para reducirlos.
Retrasar, debilitar o no elaborar planes de calidad del aire obstaculizará la columna vertebral de una acción eficaz para asegurar un aire limpio y salubre. En términos de monitoreo de los valores límite, si no se hace una vigilancia amplia y con toda la información posible en todos los puntos, no se obtendrá un conocimiento exacto de la contaminación atmosférica. Además, si la revisión no se realiza de manera periódica, anualmente, no será un mecanismo de revisión que cumpla con el propósito de mantener la legislación con la base científica más actualizada.
Datos recientes sobre Polonia, recogidos en un informe publicado por el Centro Europeo de Aire Limpio, subrayan el impacto positivo que está teniendo la sustitución de las calderas de carbón contaminantes por otras alternativas, más limpias, como las bombas de calor. Esta iniciativa, ya en marcha, está funcionando y su ampliación podría ayudar a salvar a 21.000 personas de muertes prematuras cada año.
Además, el aire limpio supondrá un importante ahorro de costes sanitarios gracias a la reducción de las visitas al médico de atención primaria y a urgencias. Sólo en el caso de Bélgica, alcanzar la calidad del aire recomendada por la Organización Mundial de la Salud supondría un ahorro anual de 43 millones de euros en seguros de enfermedad gracias al ahorro de visitas a los servicios médicos de atención primaria.
Para terminar, querríamos volver a destacar que en Europa mueren al año 300.000 personas debido a la mala calidad del aire que respiramos. Se estima que cada año más de 1.200 muertes de personas menores de 18 años son causadas por la contaminación del aire en los países miembros y colaboradores de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Los niños y las niñas tienen derecho a crecer con un aire limpio y tenemos que pensar en las generaciones futuras.
Esta nueva directiva es una de las oportunidades más importantes para mejorar la salud y el bienestar de las personas que vivimos en Europa, pero también contribuirá a frenar el cambio climático y a asegurar la sostenibilidad de los espacios urbanos. Seguir este camino es alinearse con otros compromisos europeos, como el Pacto Verde o el Objetivo 55, así como otras misiones más específicas de lucha contra enfermedades sobre las que tendrá un impacto muy positivo.
Esperamos que, en los debates que quedan por delante, España recoja estas preocupaciones, facilite con su liderazgo una mejora del texto actual y contribuya a acelerar estas acciones en el marco de la AAQD, evitando retrasos y exenciones.
Quedamos a su disposición para cualquier pregunta o información adicional.
Imagen de la noticia de frimufilms en Freepik