- Comienza la COP27, la cumbre de la ONU sobre clima, en la que Gobiernos, investigadores, sector privado y sociedad civil se unen para enfrentar la emergencia climática.
- El director de la OMS, Thedros Adhanom, advierte que es fundamental poner a la salud en el centro de todas las respuestas y el impulso de un Tratado de No-Proliferación de combustibles fósiles.
- Según el último informe anual de The Lancet, con los niveles de consumo actuales de combustibles fósiles, nuestra salud y la de las generaciones futuras está en riesgo.
- Desde Salud por Derecho pedimos políticas definitivas de mitigación, adaptación y financiación para limitar el calentamiento global y su impacto que estén asumidas por todos los países y pongan el foco en las poblaciones más vulnerables.
Más de 70 líderes mundiales acudirán esta semana a Egipto, para la celebración de la 27ª COP (COP27), la cumbre de Naciones Unidas para el clima. Junto a representantes de institutos de investigación, sector privado, sociedad civil y otros actores, la COP27, que se celebra entre los días 6 y 17 de noviembre, buscará aumentar el compromiso para reducir las emisiones y tomarle el pulso de nuevo a los Acuerdos de París, y financiar la transición ecológica, limitando el uso de los combustibles fósiles.
La salud de millones de personas está en juego: el cambio climático está enfermando y haciendo más vulnerables a millones de personas, incrementando la destrucción y los eventos extremos climáticos que afectan sobre todo a los más pobres y a las comunidades más marginadas de todos los países del mundo. “Es crucial que los líderes y demás actores tomen medidas para poner la salud de las personas en el centro de las negociaciones”, ha asegurado Thedros Adhanom, director de la OMS.
Sobre salud y cambio climático, los datos de The Lancet Coundown
Hace unos días, The Lancet, con el trabajo de más de 99 expertos de 51 instituciones trabajando en salud y cambio climático, publicaba su informe anual en el que, con contundencia, aseguraba que la persistente dependencia excesiva de los combustibles fósiles está poniendo en peligro la salud de las generaciones actuales y futuras.
De manera directa, la exposición al calor extremo afecta a la salud, exacerbando condiciones subyacentes, como las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, provocando golpes de calor, problemas en los embarazos, de sueño e impacto en la salud mental. Las muertes relacionadas con el calor aumentaron un 68 % entre 2017 y 2021, en comparación con 2000 y 2004.
Pero las consecuencias del calentamiento global van mucho más allá. El cambio climático está afectando también a todos los pilares de la seguridad alimentaria. El aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos no solo causan muertes directas, sino amenazan el rendimiento de los cultivos y acortan la temporada de crecimiento de los cultivos – 9,3 días para el maíz o 6 días para el trigo de invierno y primavera, por ejemplo. Y no solo eso: un 29 % más de la superficie terrestre mundial se vio afectada por sequías extremas anualmente entre 2012 y 2021 que entre 1951 y 1960, poniendo a más personas en riesgo de inseguridad alimentaria y de agua.
Las consecuencias son, indudablemente, gravísimas. De hecho, en 2020, y en comparación con los datos existentes entre 1981 y 2010, el calor extremo se asoció con 98 millones más de personas que pasaron de inseguridad alimentaria de moderada a grave.
Al igual que afecta al rendimiento de los cultivos, el cambio climático está influyendo en una mayor propagación de enfermedades infecciosas. La temporada para la transmisión de la malaria, que mata a casi 1 millón de personas al año y es la tercera causa de mortalidad infantil en el mundo, aumentó un 32,1% en las zonas montañosas de las Américas y un 14,9% en África en 2012-2021, en comparación con 1951-1960.
En los últimos años, el aumento de enfermedades infecciosas -en combinación con la Covid-19- ha dado lugar a diagnósticos erróneos, presión sobre los sistemas de salud y dificultades para gestionar brotes de enfermedades simultáneos.
Pese a las evidencias sobre el uso de combustibles fósiles, el uso del carbón en el sistema energético mundial (el sector que más contribuye a las emisiones globales de gases de efecto invernadero) se ha reducido en menos del 1 % desde los niveles de 1992. Al ritmo actual, la descarbonización total del sistema energético llevaría 150 años, lejos de los requisitos del Acuerdo de Paris. Sin embargo, reducir las emisiones de contaminantes climáticos de vida corta, -por ejemplo, aplicando estándares más altos para las emisiones de los vehículos- podría salvar aproximadamente 2,4 millones de vidas por año, a través de la mejora de la calidad del aire y reducir el calentamiento global en aproximadamente 0,5 °C. para 2050.
Las consecuencias de su uso desmesurado continúan: incendios, inundaciones y otros eventos climáticos aumentan, causando víctimas y enormes consecuencias económicas. Solo en 2021, estos eventos produjeron daños por 253.000 millones de dólares. Por otra parte, provocan la migración de miles de personas afectadas por el impacto de los distintos eventos adversos añadiendo más consecuencias sociales debido a los efectos del calentamiento global. En 2020 más de 82 millones de personas se desplazaron debido a situaciones de conflicto, violencias, así como otras múltiples situaciones de violación de los derechos humanos. Sin embargo, estas cifras vienen creciendo como resultado de las múltiples crisis ambientales y climáticas. Por ello, alejarse de marcos de securitización de la política migratoria es vital para garantizar la protección de derechos, entre ellos el derecho a la salud de las personas, durante todo el proceso de las personas que se ven forzadas a migrar.
Los más vulnerables; los más afectados
La OMS está pidiendo la creación de un Tratado de no proliferación de combustibles fósiles. Según la organización, entre 2030 y 2050, el cambio climático causará unas 250.000 muertes adicionales cada año debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico. Como siempre, las zonas donde los sistemas sanitarios están más debilitados —en su mayoría en países en desarrollo— son los que más están sufriendo las consecuencias del calentamiento global y los que menos capacidad de respuesta tienen frente a todos estos eventos adversos. Sin embargo, son las regiones que en menor medida contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por ejemplo, África solo representa un 2 o 3% de estas emisiones, pero sufre -y sufrirá- sus consecuencias de manera desproporcionada. Por ejemplo: treinta y un millón de personas en el Gran Cuerno de África se enfrentan actualmente hambre aguda y 11 millones de niños enfrentan desnutrición aguda mientras la región enfrenta una de las peores sequías en las últimas décadas.
La respuesta no puede esperar más: las consecuencias serán irreversibles
Desde Salud por Derecho pedimos al Gobierno de España compromisos firmes en materia de adaptación, mitigación y recursos financieros para la COP27, tal y como se recogen a continuación:
- Asegurar la salud como el eje central en las conversaciones y decisiones de la COP27.
- Apoyar e impulsar un Tratado para la No-Proliferación de Combustibles Fósiles que permita la descarbonización de la economía y una mayor inversión en energías limpias que generen beneficios para la salud.
- Alcanzar los compromisos necesarios para asegurar el cumplimiento de los Acuerdos de París.
- Incorporar métricas sobre el impacto en salud del cambio climático en los planes de adaptación que permitan definir políticas públicas específicas y transversales de salud.
- Asegurar un Fondo Financiero para Perdidas y Daños con los recursos necesarios para afrontar el impacto del cambio climático de los países más vulnerables, así como los daños provocados por las pérdidas en salud, como consecuencia del impacto del cambio climático.
- Hacer efectivo el compromiso financiero de 100.000 millones de dólares para la consolidación del Fondo Verde.
- Garantizar la protección del derecho a la salud de los migrantes climáticos, impulsando los procedimientos necesarios y contribuyendo a evitar la degradación global del derecho de asilo.