Con motivo de la próxima Cumbre Europea que hoy tiene lugar y que celebra los 60 años del tratado de Roma, más de 100 millones de ciudadanos europeos han exigido a sus presidentes la implantación del Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) o Tasa Robin Hood.
“La cita de Roma, en la que se discutirá sobre el futuro de la Unión Europea, es un momento perfecto para que los países que están dentro del mecanismo de cooperación reforzada y que forman parte de la negociación del ITF, manden un mensaje contundente a la ciudadanía poniéndose claramente de su lado en vez del lado de los bancos”, asegura Vanessa López, directora de Salud por Derecho.
7.000 organizaciones de la sociedad civil y sindicatos de más de 30 países europeos han firmado una carta en la que urgen a los diez presidentes de los países europeos a que redoblen sus esfuerzos para finalizar las negociaciones en el plazo más breve posible, y:
- Poner en marcha un Impuesto a las Transacciones Financieras ambicioso, que recaude como mínimo unos ingresos de 20 o 22 mil millones de euros al año.
- Alcanzar un acuerdo en cuanto a la legislación final sobre el ITF antes del verano de 2017.
- Destinar la recaudación a atender necesidades sociales en España (50%) y a financiar bienes públicos globales como la salud, la educación y la lucha contra la pobreza y el cambio climático (50%).
El pasado lunes 20 de marzo tuvo lugar una reunión técnica de los diez Ministros de Finanzas de los países participantes en el mecanismo de cooperación reforzada en un intento por impulsar el impuesto. El compromiso sobre la mesa – que exime a los fondos de pensiones belgas del impuesto- fue aprobado por la mayoría de los participantes. Para Eslovaquia y Bélgica, acusadas de bloquear deliberadamente las negociaciones, es el momento de la verdad. Los dos países tienen hasta mayo para adoptar el ITF o para dejar las negociaciones. “Al ser un proyecto de cooperación reforzada, el Impuesto a las Transacciones Financieras necesita el apoyo de al menos nueve países de la UE. Si Bélgica y Eslovaquia deciden no ratificar, todo el acuerdo fracasará. Y si esto sucede, tendrán que asumir la responsabilidad de torpedear un proyecto apoyado por la gran mayoría de los ciudadanos europeos” concluye Vanessa López.