Cuánto puede llegar a costar un respiro – (Elisabeth Rosenthal, New York Times)
Elisabeth Rosenthal presenta un muy interesante artículo sobre el precio de medicamentos básicos en los Estados Unidos. Concretamente, para una enfermedad común como el Asma, el precio de un inhalador puede llegar a ser hasta un 700% más caro en los Estados Unidos que en Europa. La reportera se pregunta si es realmente viable que la industria farmacéutica mantenga precios tan altos sin que exista una correlación real con el proceso de producción.
Cuanto más crecen los precios de los medicamentos, la obtención por medios “fuera de ley” se presenta como una opción factible y necesaria. – (Elisabeth Rosenthal, New York Times)
Con este artículo, Elisabeth Rosenthal apunta a casos concretos de ciudadanos norteamericanos que, ante el incremento en los precios de algunos tratamientos médicos, se deciden por obtener los medicamentos por medios que se encuentran en el filo de la legalidad. Gracias a estos ejemplos la autora mantiene el argumento que defiende en el artículo anterior sobre la viabilidad del sistema de producción de medicamentos en los Estados Unidos.
Análisis sobre el precio de los medicamentos en los EE.UU. – (Health Affairs)
Uno de los últimos estudios desarrollado por el Departamento de Política Social de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres señala que el acceso a medicamentos de última generación es más costoso para un estadounidense que para cualquier ciudadano de Europa, Japón o Australia.
Ciertas prácticas en Europa conducen a un descenso del precio de los medicamentos. – (Health Affairs)
El análisis de coste-calidad de medicamentos que se desarrolla en Europa favorece que el precio de los tratamientos sea más bajo que en los Estados Unidos, como se defiende desde el Centro de Estudios del Desarrollo de Medicamentos de la Universidad Tufts de Boston.
El desarrollo de fármacos y vacunas para las enfermedades de la pobreza 2000-2011: una cuenta pendiente. – (The Lancet Global Health)
En este estudio se muestra que, a pesar de cierto progreso, apenas un 4% de los nuevos fármacos y vacunas aprobados entre 2000-2011 fueron destinados a las conocidas como enfermedades de la pobreza. Se mantiene así el importante desequilibrio en la I+D dedicada a las enfermedades que afectan a los más pobres.