Parece que los temas económicos se sitúan hoy en el ojo del huracán del debate político y también del social, y claro, a los ciudadanos no nos queda otra que aprender. Y así, nos enteramos de qué son los “brotes verdes” y de qué se han marchitado, de que la crisis va para largo, que sufrimos las consecuencia de eso que llaman “recortes” y de lo que significa un “rescate”. Hasta nos resulta ya familiar la prima de un tal “riesgo”, que según dicen es prima de todos.
El fin de la gestión económica – familiar, autonómica o nacional – siempre fue la buena administración de recursos escasos y en la actualidad no se puede negar que estamos ante una importante escasez de recursos, claro que de lo que se habla poco es de las causas y los responsable de ella y esto es importante ya que está íntimamente relacionado con las soluciones que podrían ponerse en marcha.
Las medidas que hasta la fecha se han adoptado parecen reducirse, casi exclusivamente, a recortar gastos, pero eso, aun siendo un asunto muy grave, tiene menos importancia que decidir dónde se recorta. Tratar de justificar esta salvaje e indiscriminada reducción apoyándose en la situación de crisis es un argumento débil a todas luces y pone de manifiesto la visión simplista, reduccionista y cortoplacista de quienes ostenta la responsabilidad de gestionar lo público.
Es una visión simplista porque apenas se centra en unas pocas medidas, ignorando otras muchas posibles; es reduccionista porque se limita a privar a muchos millones de personas de recursos, sin valorar los beneficios que su desarrollo podría suponer para nuestros propios intereses, tanto en la defensa de ciertos valores y derechos fundamentales, como en el ámbito de lo puramente comercial y económico. Y por último, es cortoplacista, porque únicamente se inspiran en lo inmediato, no en lo importante sino en lo urgente, pues su horizonte sólo alcanza a las próximas elecciones.
Por estas razones, considerar la Ayuda Oficial al Desarrollo como un “gasto prescindible” es un clamoroso error, ya que no se trata de un gasto, sino de una inversión a futuro; y una inversión en justicia, en equidad, en dignidad siempre resulta rentable cuando el plazo es suficiente.
El Presidente Rajoy exige ahora a la Señora Merkel que cumpla sus compromisos y dicen que, incluso, está “subiendo” el tono de su exigencia ¿Cómo puede exigir ese cumplimiento cuando usted, sistemáticamente incumple los suyos con millones de personas en todo el mundo?
La Fundación Salud por Derecho no puede mirar hacia otro lado cuando se cuestiona el derecho a la salud incluso en nuestro país, cuando son expulsadas del sistema de seguridad social miles de personas. Las medidas de recorte, adoptadas por el ejecutivo del Sr. Rajoy, son medidas injustas e inmorales. Son injustas porque discriminan a los colectivos más vulnerables y son inmorales porque atentan contra una condición esencial de cualquier ser humano, su dignidad, su derecho a ser tratado como cualquiera de sus semejantes y recortar la dignidad siempre acarrea graves consecuencias.
Manuel Rodríguez
Presidente del Patronato